lunes, 1 de noviembre de 2010

Uno de cuatro millones...

En esta ocasión sí que tengo una buena excusa para el tiempo que lleva desactualizado el blog. Como muchos sabéis, me he quedado sin trabajo y me he marchado, después de tres años, de Socuéllamos. Lo cierto es que irme de allí ha sido una decisión mía y, aunque las razones están clarísimas en mi cabeza, son complejas para explicarlas aquí. Por decirlo de alguna forma, mi etapa allí había concluido. Al menos, en este primer capítulo.

A pesar de haber sido, como he dicho, una decisión mía, no ha sido fácil irme. Mis últimos quince días allí fueron como un sueño de cajas por embalar, ginebra a raudales, múltiples despedidas y un continuo nudo en la garganta. A pesar de la tristeza, hubo momentos, fotogramas, que han quedado grabados a fuego.

Ahora estoy en Palencia, mentalizándome para pasar más frío que cazando focas. Estoy contento de estar otra vez con mi familia después de vivir tanto tiempo solo. Así que nada, una vez más, vivo sin saber qué me deparará mi alucinado futuro, ni cuál será el destino de mis próximas aventuras. Mientras tanto, iré sacando brillo a mis armas de plata.

PD: Ahora que tengo más tiempo, esto estará más activo. ¿Las próximas entradas? Quién sabe: lo mismo un resumen capitulado de mis tres años en Socuéllamos, lo mismo una disertación sobre la vida de parado, o quizás sobre el efecto del agua marina para cambiar las penas por alegrías. ¿Quién lo puede saber?

No hay comentarios:

Publicar un comentario