El frío congela los huesos y borra todo recuerdo cálido. El viento limpia el rostro y el mundo aparece nuevo, aunque receloso y hostil. Las aceras calientes sólo son ahora sueños confusos de otras vidas más luminosas. Las borrascas nos van alejando y yo sigo caminando a buen ritmo como siempre, pero sin rumbo como nunca. Los anticiclones me enrojecen la nariz y casi olvido tu aroma. Una tragedia insoportable.
Nada que ver con esos inviernos que tú convertiste en mis mejores veranos.
Nada que ver con esos inviernos que tú convertiste en mis mejores veranos.
¿Lo has escrito tú, Dani? Porque me ha gustado moito.
ResponderEliminarSí Pepe, lo he escrito yo... Es lo que pasa cuando uno no está muy bien de la cabeza, que empieza a escribir.. jeje. Me alegro de que te guste. Un abrazo tío!!
ResponderEliminarVeranos en los que el viento y la escarcha inmisericordes no hacían sino refrescar ligerísimamente, de modo casi imperceptible, el exterior de las entrañas caldeadas por tu esencia y tu figura...
ResponderEliminarSí, realmente, el frío no siempre es "tan frío"...
Me has puesto los pelos de punta, cabrón, qué bonito
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