jueves, 4 de junio de 2009

La Caravana Amarilla


Me gustaría levantarme un día, vender mi coche y comprarme una caravana vieja de segunda mano; coger al Gato Silvio, ponernos los dos un sombrerito de paja (para él con aberturas para las orejas), una camiseta blanca de tirantas y dejarnos los pelos largos otra vez. Sólo los dos con la guitarra, vagabundeando por el mundo. Libres de las ataduras forzosas de una tierra extraña, y esclavos con llagas por la ausencia de raíces verdaderas. Luego, escribiría, como un John Steinbeck de menor tamaño, un libro titulado ‘Viajes con Silvio. En busca de mí mismo’.


Ese es el estado de ánimo que tengo ahora. En otras ocasiones, lo que me apetece es casarme, tener hijos, una hipoteca e ir los sábados temprano a comprar pescado y fruta para la semana.


Eso es lo que más me irrita de mí mismo: tener tantas dualidades. Próximamente escribiré con más detalle sobre las dualidades, que me parece un tema muy interesante y tormentoso.


5 comentarios:

  1. Lo interesante, me parece a mí, sería llevar a cabo el primer plan una buena temporada, y despues volver a sacar la duda, a verla con otros colores.
    Y cuando aún por encima, le sumas un compañero como debe ser el Gato Silvio, el plan imagino que subirá muchos enteros.

    En fin, otro saludo para usted.

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  2. nos pasamos la vida angustiados por tomar el camino equivocado, es nuestra cruz.....firmado : la sin "nabaco"
    suena un poco raro, lo siento.

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  3. Sta dualidad debe ser causada por tu jet lag vital, estás desequilibrado por un pueblo ajeno, sin familia y sin tu gente de siempre. Es normal que no tengas las líneas del futuro claras, y eso es además lo que te hace especial: piénsalo, eres joven y es pronto para tener que decidir si quieres casarte o viajar por el mundo con tu gato. En cualquier caso, levantate cada mañana con tu jet lag personal y tira pa lante. Que pase lo que tenga que pasar, es culpa de la vida, que hace lo que quiere con las personas sin preguntar.

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  4. Como siempre, gracias por vuestros comentarios. Evidentemente, no es que piense que tengo que decidir entre casarme o viajar por el mundo con mi gato. En realidad eran más bien metáforas. Además, siempre caben los matices, y hacer unas cosas no tiene que excluir necesariamente otras. Lo que quiero decir es que también puedo casarme con mi Gato, y problema resuelto.

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  5. Bonita dualidad la tuya. Yo al menos tengo que lidiar con 4 egos distintos que me dicen lo que quieren hacer cada día. Y nunca se ponen de acuerdo las muy zorras. Al final acabaremos haciendo lo que mejor se nos da Dani, lo que nos de la gana.

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