jueves, 30 de abril de 2009

Interludio

Escribo un post de intermedio hasta otro más interesante. Y es que hay semanas en las que los vericuetos absurdos de la vida nos obligan a perdernos y no hay quien salga de ellos. Me gustaría haber escrito sobre el Día del Libro, que fue el jueves pasado, y sobre todas las pamplinas absurdas que organiza gente que no lee para gente que tampoco lee, para decirnos a todos lo bueno que es leer. No me dio tiempo. Podía haber escrito sobre la fiesta de cumpleaños a la que fui el sábado y en cuya organización participé y que tan bien resultó, pero he tenido que ir veinte veces a limpiar el local donde tuvo lugar. No me dio tiempo.

Y mira que tengo temas donde elegir: para la sección de ‘Grandes Personajes’, por si ya tenía poco material, esta semana se ha unido ‘El descubridor de Chemtrails de Socuéllamos’, del que ya os hablaré. Otra opción es mi amor y mi odio hacia la paroxetina. O de mi inminente regreso a la Feria de Abril…

Sin embargo, todo eso tendrá que esperar. Estoy cansado y de mal humor. Así que sólo quiero apuntar dos últimas cosas: 1. Que tengo a mi lado a una mujer que no me merezco, y que aguanta la Gran Mala Hostia que se apodera de mí (últimamente con más frecuencia de lo deseable), y que por ello la quiero aún más (y sí hija, el anterior post era pensando en ti, ¿en quién si no?). 2. Que el próximo post, aprovechando la cercanía del próximo domingo, irá dedicado a mi Mare, que tampoco me la merezco, y que aguanta carros y carretas con este hijo tan desequilibrado y paranoico que le ha tocado.

Ya está, ahora me pongo el pijama, me bebo un vasito de agua del grifo, les deseo buenas noches. Y a dormir.

viernes, 17 de abril de 2009

El caso es que...

Será la primavera, la noche o la lluvia, pero hoy estoy tierno. Quizás son las asíntotas perdidas en los pliegos de tus curvas, o el Gin Tonic de más que me ha servido el camarero de la frente ancha. A lo mejor es que he visto en tus ojos, como si de Verónicas habláramos, el día de mi muerte, y allí estabas tú, entre las flores. O puede que no, que sólo estuviera carente de una caricia lenta, y me has rozado por casualidad con tus uñas orientales.

El caso es que, mira niña, hoy te quiero.

lunes, 6 de abril de 2009

El alma de las Alegrías


Hoy es un día triste para el flamenco: ha fallecido Chano Lobato. A nadie he escuchado cantar alegrías con tanta maestría. A pocos he visto sintetizar de una forma tan magnífica el auténtico espíritu gaditano. Porque el Chano era Cádiz entero, y en su voz había ese sabor que sólo se consigue a través de la sal.

Tuve la gran suerte de escucharlo en directo en la sevillana plaza de la Alameda. Era una noche de verano, calurosa, y estaba allí con un puñado de Amigos con mayúscula, sin saber que cantaba el Chano. Era un festival de flamenco gratuito, y cuando lo anunciaron fue una gran sorpresa para nosotros. Ahora vivo demasiado lejos de Hércules y sus leones, y ya no estamos todos los que allí vibramos. Pero cierro los ojos y siento el calor húmedo de esa noche, los tragos de cerveza fría, y el compás. Y así cambio las penas por alegrías. Alegrías de Cádiz.