martes, 28 de julio de 2009

Cuando las cosas van mal...

El verano y mis experiencias trifásicas me alejan del blog, pero aquí sigo. Hoy copio un texto que escribí en la taberna cibernética que comparto con mis amigos chusqueros hace unos seis meses. Eran tiempos de borrascas. El frío de La Mancha, como se puede comprobar, había congelado mis arterias y mi alegría. Afortunadamente todo pasó y ahora, como diría María Jiménez, mi mundo es otro. Sin embargo, no está mal echar de vez en cuando la vista atrás y recordar las batallas perdidas y ganadas; saber quién es uno y no olvidar que el lodo aparece a menudo en el parque.

“Con el fuego que prende el whisky dorado en mis venas, me levanto aunque sólo sea por esta madrugada. Aunque mañana amanezca de nuevo tumbado en la mierda y con el pecho dolorido, y este momento me parezca sólo un espejismo. Y lo hago para echar cojones. Para recordarle a todos estos aspectos de la vida que ahora me atormentan, como verdaderos hijos de la gran puta, que a ver si tienen cojones de acabar conmigo. Para recordarles que cada gota de sangre que riega mi cuerpo contiene mil historias, que estoy hecho de dolor y por eso el dolor sólo puede tambalearme un poco. Que soy todas las personas que he conocido: los santos, las beatas, los chulos y las putas. Que soy todas las páginas que me he comido en estanterías polvorientas, las hostias de ida y vuelta, los amaneceres que he contemplando borrosos, el que ha triunfado ante muchos y el que ha dormido miedoso, solo y repudiado.

Me avalan un buen puñado de labios que se han deshecho en mi presencia, varios pares de rodillas femeninas que han temblado ante la proximidad de mi mano, las noches de insomnio que enemigos (y desgraciados que han tenido la osadía de considerarse como tal) han gastado en odiarme. Me defienden como perros adiestrados mi lealtad, mi fidelidad, mi caminar derecho, mi bondad, mi amor por la Verdad, mi fe en el trabajo. No, todavía no me han quitado eso. Los mentirosos son los que han agachado la cabeza ante mí, avergonzados.

Soy todo el amor que he sentido, toda la amargura, toda la envida, toda la admiración, toda la vanidad, todo el cariño, toda la arrogancia, toda la amistad, toda la... Soy todos y cada uno de mis jodidos minutos vividos. Soy todas mis virtudes y todos mis defectos. Y por eso, porque soy todas esas cosas, todo lo humanamente erróneo que se puede ser, y a la vez todo lo voluntarioso que se le permite a la raza, me levanto esta noche. Únicamente para decir: "Ooooole, ya está aquí er tío. Comerme los huevos". Y con tonito der Selu.”

Estaba débil, pero se me dibuja una sonrisa comprobando que aún en ese momento, todavía tenía las agallas de levantarme una noche. Aunque fuera con el fuego prendido por el líquido dorado, y luego me volviera a la cama a esconderme en el llanto. Pero me levantaba. Ja.

domingo, 19 de julio de 2009

Una luz nueva

De repente, aparece despistada con unos brazos pequeñitos. Y eso que prentende abarcarlo todo. En sus ojos esconde dos secretos, uno alegre y otro triste. Está un poco frustrada porque es consciente de la enorme capacidad de amar que posee y también sabe que nunca la han dejado amar de verdad o realmente no le ha apetecido.

Se ha adaptado, como hemos hecho otros, a vivir en medio del caos, de la estupidez, de lo gris… pero no por ello se ha dado por vencida. Sólo se ha escondido para emerger con una luz nueva. Porque ella sabe con certeza dónde está el Bien y dónde el Mal, y aunque haya practicado las dos cosas, persigue la primera porque el mismo Bien es parte de su naturaleza.

Respecto a mí, a su lado descubro la Verdad. Y todo lo anterior, todas las historias inacabadas, las que acabaron y empezaron, las que nunca fueron y las que fueron demasiado… todas me aparecen ahora como borrosas. Descoloridas por la falsedad que yo ya les intuía. Con ella las risas no tienen fecha de caducidad, y cada tono es distinto e inagotable. Diferente. El tiempo y el espacio se confunden, y su poder ni siquiera respeta mi desdidia habitual de la tarde de domingo. No es un inicio de una historia cualquiera. Esto es algo con más misterio del que cabe imaginar.

A ver si me explico… está todo al revés porque para sobrevivir le habíamos dado la vuelta al mundo. Y ahora, entre dos, de la forma más ingenua, lo estamos devolviendo a su forma original. Porque así es como debe ser, y debió ser siempre.

jueves, 9 de julio de 2009

Vacaciones Känderkrown

Acabaron mis vacaciones y he realizado un viaje trascendental. He estado en Palencia, Sevilla y Chiclana, y me han ocurrido muchas cosas. En Palencia he hablado con mi madre hasta altas horas de la madrugada, he jugado al fútbol con mi hermano, he leído, y he descansado mucho. He recibido los consejos justos y necesarios.

Sevilla ha sido una parada fugaz, justo para sentir en mi piel la flama que me ha visto nacer. Y en Chiclana y Cádiz he comido pescaíto a lo grande en la Plaza de las Flores, me he reencontrado con mis amigos (los buenos), y en consecuencia, conmigo mismo. En resumen, he aprendido que el Gurú Karanjot posee la verdad; que las posturas del yoga son muy raras; he hecho volar unas manoletinas de lentejuelas por el aire al ritmo de ‘ar carajo’; he cantado un Galopante con José mirando al cielo y con los pies llenos de cloro; he comido helado de menta mientras visitaba la escalera que fue mi cama en Cádiz; me he enmojitado; me he acostado en una azotea para ver amanecer y luego he tensado la mandíbula al máximo para saludar al sol con la risa; se me han ocurrido canciones de Café del Mar y he disfrutado de un dulce insomnio. Por último, he mirado a Cádiz a los ojos y me he prometido con ella, porque ella me ha rescatado. En definitiva, he comprendido el concepto KänderKrown.

He ganado y he perdido cosas. Una de ellas es el Gato Silvio, que se ha escapado. No sé si volverá, pero sabrá arreglárselas solo. Por ahí andará cantando Camarón.